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Cada algunos meses, mi alumna Gracie intenta darme un gatito, y cada algunos meses, yo casi lo acepto. Me encantaría tener un compañero peludo en mi departamento, y los gatos de Gracie constantemente están criando gatitos peluditos, encantadores. Si de alguna manera pudiera evitar pagar el carísimo depósito para tener mascotas, me llevaría un gatito a casa hoy mismo; pero hasta que pueda, simplemente me dedico a investigar datos sobre gatos.
Por ejemplo, descubrí que las personas pueden prácticamente leer la mente de un gato con solo observar sus bigotes. Si los bigotes de un gato apuntan hacia adelante y lejos de su rostro, el gato se siente entusiasmado. Si los bigotes están pegados al rostro, sabemos que el gato se siente asustado. Cuando un gato deja que los bigotes caigan de forma natural, podemos asumir con seguridad que el gato se siente tranquilo. La posición de los bigotes nos da pistas sobre los pensamientos y las emociones del gato.
Los bigotes del gato nos dan pistas sobre sus sentimientos, y Dios nos envió señales que nos dan pistas sobre su pronto regreso. Cuando vemos guerras y escuchamos rumores de guerras, sabemos que Jesús pronto volverá (Mat. 24:6).
Cuando vemos que el conocimiento aumenta y los medios de transporte progresan, nos damos cuenta de que su venida se acerca más que nunca (Dan. 12:4).
Jesús dijo que debemos prestar atención a estas señales. De hecho, se enojó con los fariseos y los saduceos cuando pidieron más señales de las que ya tenían. Él respondió: “Ustedes conocen el dicho: ‘Si el cielo está rojo por la noche, mañana habrá buen clima; si el cielo está rojo por la mañana, habrá mal clima todo el día’.
Saben interpretar las señales del clima en los cielos, pero no saben interpretar las señales de los tiempos” (Mat. 16:2, 3, NTV). Prestemos atención a las señales que nos rodean. Podemos estudiar las pequeñas pistas que nos ayudan a suplir las necesidades emocionales de nuestro gato (para que no termine como Raymundo), pero podemos también notar las grandes señales en la sociedad para prepararnos para el regreso de Jesús.