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Brillantina (purpurina, diamantina). Sustantivo. Un surtido de millones y millones de puntitos diminutos y brillantes que se meten en cada recoveco, ranura y grieta… ¡y nunca desaparecen!
Aunque no lo creas, inventé yo misma esa definición; pero nadie puede negar la presencia invasiva de la brillantina. Las partículas ignoradas de brillantina puedes meterse hasta debajo de las uñas, en las cejas y entre las teclas del celular. Si alguna vez cometiste el error de abrazar a una chica que vestía algo con brillantina y te tocaste el rostro en los siguientes días, sabes cómo viajan y se pegan esas partículas. Encontrar un asiento “limpio” en la iglesia se vuelve más y más difícil, ya que los vestidos de sábado dejan rastros de brillantina en cada banco. Tanto quienes aman como quienes odian la brillantina están de acuerdo en que la sustancia brillante infesta, todo apenas aparece.
Las actitudes funcionan de la misma manera. Todo comienza con un pensamiento pesimista.
No puedo creer que me haya corregido la gramática en un mensaje de texto. ¿Quién se piensa que es?
Estas reglas son estúpidas. ¡Tengo casi 17 años! ¡Ya basta!
¿Por qué tengo que hacer todo el trabajo en este proyecto? Él nunca colabora.
Pero la actitud rara vez queda ahí. Proverbios 4:23 dice que todas nuestras acciones fluyen del corazón. Los pensamientos se convierten en palabras y acciones más rápido de lo que pensamos. Luego, le hablamos mal a compañeros, profesores, amigos y padres. Las actitudes se esparcen como la brillantina.
Haz que valga la pena esparcir tu actitud. Salomón dice en Proverbios 17:22: “El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos”. Enfócate en lo positivo y haz que tu sonrisa se esparza hoy.