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En mi familia, para cada sábado y feriado sacamos un mantel elegante para la mesa del comedor. Tenemos un mantel floral para la primavera y uno color crema para las ocasiones más formales. Usamos esos manteles simplemente porque hacen que el comedor se vea bien, pero también absorben salpicaduras y evitan manchas indeseadas. Los manteles pueden llegar a ser más útiles de lo que parecen.
Así como usamos manteles con un propósito estético, algunos jóvenes van a la iglesia solo para mantener las apariencias. Algunos van por motivos sociales.
Otros van porque siempre han ido. Cuando estaba en la secundaria, un orador de Semana de Oración dijo: “Si van a la iglesia por las razones equivocadas, ni vale la pena que vayan”. Entendí a qué se refería, pero no estoy de acuerdo.
Ojalá vayamos a la iglesia porque amamos a Dios y queremos alabarlo. Pero incluso si solo vamos a la iglesia porque “se ve bien”, podríamos llegar escuchar un versículo bíblico que en verdad estábamos necesitando. La música especial podría impactarnos en un modo que no imaginábamos. El sermón podría darnos algunas respuestas que estábamos buscando. La iglesia puede ayudar a las personas, incluso, cuando menos se lo esperan.
Así como un mantel hermoso puede ser muy útil para la mesa, la iglesia puede guiar a las personas a Dios, aun si esta no era su intención. Antes de decirle a alguien que no vale la pena asistir a la iglesia (o de permitir que alguien te lo diga), dale una oportunidad a Dios. Él puede obrar en cualquier circunstancia.