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“¡Un bocinazo por el aire puro!”
“¡Mi hija está en el cuadro de honor!”
“¡Mi otro coche es un Lamborghini!”
Aunque las calcomanías para el parachoques (paragolpes) han perdido un poco su popularidad en las últimas décadas, todavía veo algún que otro coche cubierto de proclamaciones de paz y de discursos políticos. Cuando alguien pega una calcomanía en su coche, toma una seria decisión sobre cómo los otros conductores lo verán. Dependiendo de la calidad de la calcomanía, puede verse como algo popular o barato. Dependiendo del mensaje, puede verse como ingenioso o machista. Pero más allá de cuál sea el mensaje en el parachoques, esas imágenes y mensajes influyen en cómo lo verán los otros conductores.
Incluso quienes no tenemos automóvil tenemos que decidir cómo nos verán los demás. Quizá no nos peguemos calcomanías con publicidades o frases interesantes, pero enviamos mensajes claros sobre nuestras prioridades mediante la manera en la que nos comportamos. Quienes están dentro y fuera de la iglesia tendrán opiniones específicas sobre nosotros (y, por tanto, sobre Dios) cuando ven qué apoyamos. Debemos mantener muy en mente esto cuando elegimos cómo pasar un sábado de tarde, qué película ver en el cine y qué ropa usar para un evento deportivo.
Cuando presto más atención a ser un ejemplo de cristiano en lugar de intentar pasar desapercibido, esas decisiones son más fáciles. Pablo dice que debemos imitar a Dios en nuestra conducta y caminar en amor (Efe. 5:1, 2). Cuando nos comportamos como Dios, enviamos el mensaje correcto al mundo. Mediante nuestras actitudes positivas y nuestra personalidad ayudadora, cada persona con quien nos crucemos verá el mismo mensaje: Dios es amor.