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UN MOSQUETÓN

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Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios, mi Dios (Rut 1:16).

Muchas botellas metálicas de agua tienen un clip cerca de la boca. A esos clips les decimos mosquetones, y se pueden enganchar a mochilas o cinturones para no olvidar las botellas en el campamento o a lo largo de un sendero. Como el mosquetón mantiene la botella de agua enganchada, va a donde vaya el dueño: sube montañas, baja, ríos, cruza bosques y lagos. 

 

El esposo de Rut murió cuando era aún joven, y Rut siguió viviendo con su suegra después de su muerte. Incluso cuando su suegra, Noemí, decidió dejar el hogar de Rut en Moab, Rut se negó a dejarla y la siguió a un nuevo hogar en Israel. 

¿Qué conectaba a estas dos mujeres en un vínculo tan fuerte? Dios. Dios fue como un “mosquetón” entre ellas; su religión compartida y su amor a Dios hicieron que Rut dejara la idolatría de Moab y siguiera a su suegra a una tierra en la que se adoraba a Dios. 

 

Dios puede mantener unidas las relaciones hoy como hizo con Rut y Noemí. 

Cuando los amigos ponen a Dios en el centro, duran. Por más que haya lágrimas, peleas, dolor y cambios, cuando Dios camina entre ellos, manteniéndolos unidos, los amigos seguirán uno junto al otro. La próxima vez que enganches algo a tu mochila, recuerda a Rut y a Noemí… y al Dios que las mantuvo unidas.

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