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UN ESTETOSCOPIO

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Les daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne. (Ezequiel 36:26).

Antes del siglo XIX, los médicos escuchaban los latidos del corazón de un paciente solo si pegaban la oreja al pecho del paciente. René Laennec, un médico francés, se sentía incómodo poniendo el rostro sobre el pecho de mujeres desconocidas, así que tomó una hoja de papel y la enrolló en forma de cilindro y esperó que eso transportara el sonido del latido hasta su oído. Funcionó. De hecho, funcionó tan bien que Laennec decidió experimentar con otros materiales. Descubrió que un cilindro de madera amplificaba los sonidos perfectamente, y su invento creció lentamente en popularidad hasta que el estetoscopio moderno se convirtió en un ícono fácil de identificar en la medicina. 

 

Cuando un médico pone un estetoscopio sobre el pecho de una persona, él o ella escucha los latidos del corazón del paciente. Si el estetoscopio no transporta ningún sonido, lo más probable es que la persona ya no tenga vida. Los latidos cardíacos son necesarios para la vida. Cuando Dios les dijo a los israelitas que tomaría sus corazones de piedra y les daría corazones de carne, les prometió darles latidos otra vez; o sea, hacer funcionar su corazón. Por lo tanto, prometió darles una vida nueva. Hoy tenemos la misma promesa. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Jesús sabe cuando nos sentimos muertos por dentro. Puede escuchar nuestro corazón mejor que nadie; y quiere darnos la vida más rica posible… pero tenemos que permitirle entrar en nuestro corazón. 

 

Permite que Jesús te realice un trasplante de corazón hoy. Solo entonces podrás experimentar la vida verdadera y el gozo abundante a lo largo de la eternidad.

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