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EL PAN MOHOSO

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Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28).

Mi estómago turbulento gruñía y se retorcía a causa de mi nerviosismo. Sentía hambre, pero también náuseas. Si no hubiera aceptado tocar el violín para el culto especial de Pascua, probablemente esa mañana hubiera estado todavía en la cama; pero, desafortunadamente, no tenía esa opción. 

 

La sensación continuó a lo largo del día. Podía escuchar y sentir las quejas de mi estómago mientras interpretaba el Mesías de Handel y mientras corregía trabajos prácticos. Finalmente, decidí que un pan tostado tal vez calmaría mi estómago rebelde. ¡Pero hasta el pan tenía un sabor horrible! Lo miré con disgusto. Sobre el pan vi varias manchitas verdosas. Corrí al estante de la cocina y saqué el paquete de pan. Las rebanadas de pan estaban cubiertas de grandes crecimientos verdes, esponjosos. Entonces, recordé horrorizada los dos sándwiches que había comido la noche anterior. ¡Me había llenado el estómago con cuatro rebanadas y media de pan mohoso! 

 

Los síntomas causados por el moho duraron varios días más, pero mis amigos y familiares no me ofrecieron demasiado consuelo. En cambio, recibí comentarios inteligentes como: “Me parece que eso fue una sobredosis de penicilina”. Hasta mi madre bromeó: “¿No es gracioso que te sientas enferma por comer moho, mientras que otros usan el moho para hacer penicilina y sanar a la gente?” Estos comentarios, aunque no muy animadores, me hicieron pensar. El moho me hizo sentir miserable, pero en las manos correctas, puede curar infecciones bacterianas y sanar a personas enfermas. 

 

La vida nos arroja un montón de moho, y otras experiencias negativas más. Vivimos en un mundo lleno de horribles males. Dos o tres minutos de escuchar las noticias son suficientes para que me empiece a doler el estómago. Huracanes, tornados, violaciones, tiroteos y otros incidentes horribles destruyen muchas vidas. Pero incluso las peores tragedias pueden producir algo bueno cuando Dios interviene. 

 

Dios puede traer sanidad en las circunstancias más dolorosas. Él dice: “Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mat. 11:28). Dios tomó un esclavo y lo convirtió en príncipe (José). Tomó una prostituta y la hizo una heroína (Rahab). Tomó un prisionero de guerra y lo transformó en profeta (Daniel). Puede tomarte a ti y tus peores problemas y darte un futuro hermoso. “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Rom. 8:28). Todas las cosas.

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