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Lavarse las manos con agua y jabón nunca ha sido un deleite para nadie, pero si tomas esa misma agua jabonosa y le sumas una varita para hacer burbujas, transformarás por completo el día de un niño. Los niños quedan fascinados con las burbujas que se forman al soplar aire a través de los burbujeros. Pueden pasar horas haciendo burbujas, mirando burbujas, persiguiendo burbujas. Apenas el jabón cobra vida propia, le da gozo a la gente.
La tierra puede no sonar mucho más divertida que el jabón que la lava, pero nosotros provenimos de la tierra. El primer hombre, Adán, no era nada más que una torta hecha de lodo. Entonces, Dios “sopló en su nariz aliento de vida” (Gén. 2:7) ¡y comenzó a vivir! Caminaba y hablaba con Dios, y comenzó a mostrar su personalidad única por medio de sus observaciones y conversaciones. Dios debe haberse sentido muy feliz con el hombre que había creado, porque siguió creando y formó a Eva.
Así como los niños soplan aire a través del agua jabonosa para crear burbujas que los fascinan, Dios sopló aliento de vida en un montoncito de tierra para formar a un hombre que lo llenaría de gozo y se convertiría en su amigo. A Dios le encantaba pasar tiempo con Adán, y disfruta cada momento que pasa contigo también. Dios está contentísimo con las personas únicas que reciben vida cada día gracias a su aliento. Proverbios 18:24 nos dice que “amigo hay más unido que un hermano”.
Podemos contar con que Dios sea nuestro mejor Amigo en el mundo. Nuestra amistad le da gozo a él, y nosotros podemos sentir lo mismo. Pasa tiempo hoy con él. Habla con él. Él te quiere más que nadie.