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UNA CARRETILLA DE JUGUETE

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Estoy seguro: el que empezó en ustedes la buena obra, la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).

¡Tengo mi licencia de conducir! 

 

El mundo de Facebook se conmocionó cuando Victoria, una de mis alumnas, informó allí su último logro. Nos encanta ver a Victoria caminando por los pasillos del colegio, pero, ¿conduciendo por la calle? ¡Qué miedo! 

 

Yo misma comencé a conducir de muy joven, y me parece que eso hace que me cause más ansiedad todavía ver a alguien muy joven detrás del volante. Maniobrar un vehículo entre el tráfico violento y los baches en los caminos me deja intranquila durante el resto del día. Extraño los días en los que podía sentarme en el asiento de atrás y mirar los árboles. 

 

Cuando uno viaja en una carretilla de juguete, no tiene que preocuparse por conducir. Todo lo relativo a tirar, girar y frenar depende de quien tiene la manija, no de la persona sentada adentro. El pasajero puede sentarse, agarrarse fuerte y esperar que el amigo conductor gire para pasar al lado de una pelota de playa, detenga la carretilla antes de golpear una ardilla y tire de la carretilla para estacionarla en la entrada para autos de tu casa. Quien sostiene la manija está a una altura mucho mayor que quien va sentado en la carretilla, y puede ver los obstáculos mucho antes. Un operador de carretilla de juguete tiene todo bajo control. 

 

Afortunadamente, cuando aprendemos a confiar en Jesús, podemos depender de que él dirigirá nuestra vida y nos llevará en la dirección correcta. No necesitamos estresarnos por los detalles ni tomar decisiones solos. No tenemos que arreglar nuestros problemas ni redirigir nuestros pensamientos. ¡Jesús tiene todo bajo control! Él ve la imagen más completa, y ha prometido darte la victoria. Cuando te sientas desanimado porque todavía te equivocas o piensas que no estás tan conectado espiritualmente como tus amigos, recuerda las palabras de Pablo: “Estoy seguro: el que empezó en ustedes la buena obra, la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Jesús está trabajando en ti, y no te olvidará. Te guiará y te protegerá, y hará por ti lo que no puedes hacer solo. Simplemente, dale la manija a Jesús, y él hará lo demás.

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