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LOS AUDÍFONOS

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Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece (Juan 15:19).

Dustin y yo pusimos a cargar una película en Netflix mientras desenredábamos sus audífonos (auriculares). A cierta distancia, la hermana de Dustin, Robyn, miraba una película en su computadora portátil, su mamá miraba la televisión en la sala de estar, y su papá miraba televisión en su oficina. Estaba contenta de poder alejarme de esos ruidos y escuchar nuestra propia película durante un rato. 

 

Desafortunadamente, no había traído mis audífonos a la casa de Dustin, así que tuvimos que compartir los suyos. Él puso un audífono en su oreja izquierda, y yo puse el otro en mi oreja derecha. Luego de unos 30 segundos de haber comenzado a mirar la película, el auricular se salió de mi oreja. Rápidamente, lo volví a colocar, y treinta segundos después, se salió de nuevo. Aguanté así durante veinte minutos, hasta que finalmente me quejé y le dije a Dustin que su audífono se me salía todo el tiempo. Dustin fue a la cocina y regreso con un poco de cinta. Luego de pegar el audífono a mi oreja, volvimos a la película… hasta que se volvió a salir. 

 

Cuando los audífonos no encajan, nuestras orejas los rechazan; y eso hace el mundo con nosotros cuando no encajamos en la sociedad. Si nos vestimos distinto, hablamos distinto, nos comportamos distinto, nos rechaza porque no encajamos en la multitud. Jesús dijo que no nos sintamos desanimados cuando pase esto. Él dijo: “Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero como ustedes no son del mundo, sino que más bien yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece” (Juan 15:19). Años después, Pablo escribió: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”(2 Ti-m. 3:12). Podemos estar seguros de que sucederá. 

 

Si no siempre encajamos con el mundo que nos rodea, estamos en buena compañía. Daniel, Pedro, Pablo y hasta Jesús fueron perseguidos por hacer lo que sabían que era correcto. Preocupémonos menos por “encajar” y más por seguir a Dios y su voluntad para nuestra vida.

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