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LA PELUSA DEL DIENTE DE LEÓN

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Por el orgullo que siento por ustedes en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día me expongo a la muerte (1 Corintios 15:31).

¿Los dientes de león son flores o malezas? He escuchado una cantidad sorprendente de discusiones sobre el tema, y he participado en más de ellas de lo que quisiera admitir. El debate no tiene ninguna conclusión legítima porque el Diccionario Merriam-Webster define “maleza” como “una planta que no es valorada donde crece”. No todos le dan el mismo valor a un diente de león, así que las discusiones pueden continuar indefinidamente. 

 

Mi padre, sin embargo, no siente ninguna duda sobre lo que siente por esa planta, y la llama maleza con “M” mayúscula. Hace varios años, este odio lo llevó a emplearnos a mi hermana y a mí como recogedoras de dientes de león. Ganábamos un centavo por cada diente de león amarillo que arrancamos, y las raíces sumaban 1 centavo adicional. Sin embargo, los dientes de león blancos nos daban una ganancia de tres centavos. ¿Por qué los dientes de león blancos nos daban tal fortuna? Porque ya habían muerto y producido miles de semillas. Esas semillas podían salir volando con la menor brisa. Alguien que odia a los dientes de león no quiere que las semillas se esparzan porque producirán más dientes de león, y la cosecha amarilla no tendría fin. 

 

Los dientes de león tienen que morir antes de esparcir sus semillas y producir nuevos brotes. Las personas también tienen que morir, aunque no el tipo de muerte de tumba y de “se terminó la vida”. Tenemos que morir al yo y a nuestros propios deseos. Solo podremos esparcir las semillas de Dios si morimos al yo. Juan 12:24 dice: “Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo. Pero al morir, lleva mucho fruto”. Como un grano de trigo o una semilla de diente de león, debemos permitir que nuestro egoísmo muera, y así esparcir el amor y la compasión de Dios. Entonces, por medio de nuestro ejemplo, pueden crecer más cristianos amorosos y hacer lo mismo. Dios tiene un plan específico para nosotros, y es mejor que cualquier plan que se nos pudiera ocurrir. Permite que tus planes mueran hoy, y verás lo que Dios deja que nazca como resultado de su amor.

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