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UN ANZUELO

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Cuando aún estábamos con ustedes les dimos esta norma: “El que no quiera trabajar que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).

Gordon abrió la canasta de pícnic sabiendo que no había nada adentro. 

–Arthur, ¿te quedó algo para que coma papá? 

–No, no me queda absolutamente nada. 

 

Gordon suspiró y tomó su caña de pescar y el anzuelo. Cuatro días antes, un viaje de pesca había sonado como una gran idea, y Gordon, Arthur y el padre de ellos habían empacado unas pocas provisiones y habían viajado en avioneta desde Nueva Inglaterra hasta un remoto lago canadiense. Desafortunadamente, hubo tormentas fuertes que hicieron que la avioneta no pudiera regresar al día siguiente, y los tres hombres rápidamente se habían quedado sin provisiones. Gordon y Arthur estaban preocupados de que su padre diabético entrara en choque hipoglucémico en cualquier momento. 

–Voy a pescar algunos peces más para comer. Llámame si papá necesita algo. 

 

Gordon frunció el ceño a las nubes tormentosas que cruzaban sobre ellos y se deslizó por el barro de la orilla del lago. Luego de poner la carnada en el anzuelo, se sentó cerca de la orilla, esperando que todo saliera bien. Los vientos fuertes y relámpagos ocasionales no eran el mejor ambiente para pescar, pero Gordon se sorprendió de que al final de la tarde había pescado bastante. Los hombres sobrevivieron solo a base de pescado hasta que la avioneta regresó, varios días después de lo pactado. Cuarenta años después, Gordon sigue pensando que Dios mantuvo a su padre con vida durante ese viaje. La gracia divina y un anzuelo proveyeron para sus necesidades. 

 

Así como mi abuelo, su hermano y su padre sobrevivieron con la ayuda de Dios y muchas horas de pesca, nosotros podemos sobrevivir a las dificultades de la vida con la ayuda de Dios. Dios nos da oportunidades para que obtengamos lo que necesitamos, y cuando nuestros esfuerzos no son suficientes, como suele suceder, él extiende nuestros recursos y cuida de nosotros. Un diabético no debería ser capaz de sobrevivir con una dieta solo de pescado durante días y días, pero porque mi abuelo hizo todo lo que pudo, sus esfuerzos fueron bendecidos. Así, deberíamos trabajar y estudiar lo mejor que podamos; Dios puede tomar nuestros esfuerzos y perfeccionarlos para proveer para cada necesidad que tengamos.

 

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