LA GELATINA

Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará (Salmo 1:2, 3).

Cuando recibí la invitación a mi primera fiesta de personal, supe que estaba en problemas. La invitación informaba que cada quien debía anotarse para llevar alguna comida, y me di cuenta de que tendría que hacer el intento de crear un platillo para la reunión. Había terminado la universidad hacía pocos meses, y todavía no conocía muchas recetas que pudiera hacer sin que terminaran en un desastre, así que decidí preparar un postre sencillo con gelatina. Llamé a mi mamá para pedirle la receta, y fui a una tienda para comprar la gelatina, la piña, el relleno de fruta y el queso crema. Desafortunadamente, algo salió mal cuando agregué la piña a la gelatina. En lugar de colar primero la piña, volqué la lata completa de piña en la mezcla. Cuando saqué el postre terminado del refrigerador media hora antes de la fiesta, no estaba cuajada… ni cerca. Mientras caminaba a la camioneta, el postre se meneaba incontrolablemente. La papilla de gelatina se volcó sobre los asientos de la camioneta camino a la fiesta, y un solo miembro del personal lo probó cuando lo presenté. Tenía un par de cosas para aprender sobre cómo preparar una gelatina. 

 

Para que no cometas el mismo error en tu propia fiesta algún día, déjame darte una pista. La gelatina necesita estar en el refrigerador varias horas antes de solidificarse, y si tiene más líquido del necesario, permanecerá en un incontrolable estado líquido para siempre. 

 

La gelatina necesita tiempo antes de transformarse, y nosotros no somos tan distintos. Si leemos la Biblia a la mañana y luego salimos corriendo sin más, no le damos a la Palabra de Dios el tiempo que merece para obrar en nuestro corazón y transformarnos. Necesitamos meditar en la Biblia sin distracciones para que se solidifique nuestra fe en Dios.