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Algunas personas tienen un sentido natural de dirección. Pueden visualizar un mapa en la mente en cualquier momento y encontrar el camino de un lugar a otro sin un GPS. ¡Necesitamos personas así en el mundo! Pero otros, como yo, no podemos siquiera abrirnos paso de manera inteligente en un centro comercial. Para el beneficio de los nómadas perdidos, muchos centros comerciales tienen mapas gigantes en cada pasillo. Los colores brillantes, las líneas gruesas y las claves extensas nos muestran exactamente dónde queremos ir. Pero sin la calcomanía de “Usted está aquí”, no tendríamos idea de cómo llegar. La calcomanía de “Usted está aquí” nos muestra nuestra ubicación exacta en el mapa y cuán lejos tenemos que ir para llegar a nuestro destino. Nos muestra qué ruta tenemos que seguir y cómo comenzar. Esta calcomanía es un elemento necesario en cualquier mapa de centro comercial.
La mayoría hemos escuchado desde muy pequeños que la Biblia es el mapa de Dios para la vida. Pero Dios no nos dio un mapa sin la calcomanía de “Usted está aquí”. Nos dio la ley. Cuando miramos la ley, vemos cuán lejos estamos y cuán lejos tenemos que ir para llegar a la perfección. La ley nos muestra el camino que tenemos que seguir y cómo comenzar a comportarnos. Como explica Santiago 1:23 al 25: “Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor, olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace”. La ley nos muestra quiénes somos y de dónde venimos.
Antes de poder comenzar a crecer hacia la perfección, tenemos que reconocer dónde estamos. Necesitamos confesar que somos pecaminosos y que estamos lejos del estándar divino. Cuando admitimos esto, podemos arrepentirnos, y Dios puede comenzar a guiarnos a nuestro destino en las nubes. Tú estás aquí. Dios está allá. Pero Dios sabe exactamente cómo llevarte allá.