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LOS ZAPATOS CON VELCRO

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Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más, cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño (1 Corintios 13:11).

Cuando era niña, una publicidad interrumpía cada programa que miraba en la televisión. Era de una juguetería y la cancioncita decía “¡No quiero crecer!” En cierto modo, concuerdo con la canción. Todavía disfruto de saltar en charcos después de la lluvia. Me encanta cantar como si nadie pudiera oírme. Me gustan los globos, las serpentinas y las golosinas de colores brillantes. Quiero caminar descalza sobre el césped en los días de verano más soleados. Pero no me molesta dejar atrás algunos aspectos de la niñez. 

 

Soy profesora de unos 55 alumnos de secundaria. Ellos tienen un uniforme de blusas o camisas y pantalones, pero pueden elegir el calzado que quieran usar, mientras sea cerrado. He visto zapatillas con brillantina, zapatillas de lona, zapatos de cuero con cordones y pantuflas de gamuza; pero nunca he visto a uno de mis alumnos adolescentes usar zapatillas con velcro para venir al colegio. Sí, el velcro facilita el cerrado de un calzado. Imagino que muchos de mis alumnos usaron calzado así cuando eran niños. Pero las zapatillas de velcro fueron hechas para pequeños; no para jóvenes. Cuando aprendemos a atar los cordones de nuestros zapatos a los cinco o seis años, es hora de dejar atrás las zapatillas con velcro. 

 

Pablo nunca experimentó la maravilla del velcro, pero tuvo sus propios aspectos de la niñez que dejar atrás. Él escribió: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más, cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Cor. 13:11). Los adultos aprenden a comunicarse con más claridad y a pensar con raciocinio. De esta misma forma, debemos madurar en nuestra relación con Dios. Debemos comunicarnos con él cada día y pedirle que guíe nuestros pensamientos. Los rezos rimados y los versículos de memoria sencillos tienen su lugar, pero en cierto momento tenemos que dejar eso atrás y encarar el verdadero alimento de la Palabra de Dios. Profundiza el estudio de la Biblia y busca a Dios en oración. Pídele que te ayude a crecer en tu caminar con él hoy.

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