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LA SEÑAL DE ALTO

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El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan (2 Pedro 3:9, NVI).

Primero, una señal de alto. Después, una luz intermitente brillante. Luego, una señal de “mire otra vez”. Y después, una señal de alto más grande. 

 

Cada pocos meses, la intersección agregaba un nuevo símbolo de precaución; y cada pocos meses, alguien chocaba cuando debería haberse detenido. Mi mamá, que pasaba por esa intersección regularmente (luego de detenerse, claro), no podía esperar para ver qué agregarían a continuación. Cada vez que pasábamos, me señalaba las señales de alto y comentaba sobre el gran tamaño. Las señales realmente eran enormes, pero los coches seguían teniendo accidentes allí. 

 

Dios nos manda señales y más señales de su venida. Cuando fracasamos en divisarlas, aumenta su fuerza, esperando llamar nuestra atención. De hecho, Dios hasta ha retrasado su venida para que más personas vean las señales y sean salvas. Según lo que dijo Pedro: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2 Ped. 3:9, NVI). Quizá es hora de desacelerar, detenernos y mirar las señales que Dios nos está intentando mostrar día tras día.

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