Regresar

UNA ANTENA PARABÓLICA

Play/Pause Stop
Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos (Hechos 17:2).

Muchas veces me siento a mirar la lluvia; no necesariamente porque quiero sentarme a mirar la lluvia, sino porque las nubes de lluvia han bloqueado la señal de la antena y no puedo mirar televisión. Otras veces, fuertes vientos arremeten contra la antena parabólica y la tuercen; entonces, tienen que venir a la casa los técnicos para volver a acomodarla, apuntando hacia el cielo. Pero la mayoría de los días, la antena levanta la señal sin problemas y trae información del satélite celestial a nuestra sala de estar. 

 

Pablo se convirtió en una antena parabólica en el camino a Damasco. “Más yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hech. 9:3-6). En este momento clave de la vida de Pablo, comenzó a escuchar la voz de Jesús y a pedirle dirección. Comenzó a recibir señales del Cielo en lugar de señales de la multitud. 

Por esto, la vida de Pablo cambió drásticamente. Comenzó a viajar y a predicar las buenas nuevas del evangelio, y a compartir la sabiduría que había obtenido de lo alto con la gente de Éfeso, Galacia, Filipos y más. 

 

Así como una antena parabólica no puede obtener la señal correcta cuando hay nubes de tormenta bloqueando el cielo, o cuando la antena apunta hacia un árbol, Pablo no podía comprender el verdadero propósito de Dios para su vida hasta que recurrió a él para cada decisión. Nosotros también debemos estar enfocados en Dios. Si permitimos que haya cosas que obstaculicen nuestra visión, o si ponemos nuestra atención en algo o en alguien más, no recibiremos las señales que necesitamos de él. Cuando nos conectamos con él cada día, querremos compartir sus mensajes con quienes nos rodean y, ojalá, lo llevaremos directo a la sala de estar de esas personas.

Matutina para Android