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UNA CALCOMANÍA DE VOTACIÓN

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Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho (Juan 4:39).

La llamaremos Samanta. Samanta había tomado algunas malas decisiones en su vida. Un matrimonio tras otro había fracasado, y finalmente se había dado por vencida con el compromiso. Se había sentido desanimada y había esperado que alguien la salvara de la espiral descendente de su vida. Entonces, una caminata rutinaria al pozo había cambiado todo. Un hombre judío la había respetado. ¡Y hasta había hablado con ella! En público. A plena luz del día. Le había dicho todo lo que ella había vivido como si la conociera. Samanta supo que este hombre podía cambiarlo todo, así que corrió de regreso al pueblo. Tenía que contarles a sus amigos sobre la increíble experiencia que había tenido. ¡Este hombre podía ser el Mesías que habían estado esperando! 

 

Cuando experimentamos algo increíble, queremos que todos lo sepan. Un joven solo tiene que sonreír en la dirección de una señorita para que ella tome su teléfono y les cuente a sus quince amigas más cercanas sobre el romántico evento. Esta es la idea de las calcomanías de votación. Si yo voto, una anciana me dará una calcomanía de votación que yo podré usar todo el día, orgullosa de mi participación. Cuando tú ves mi calcomanía, recuerdas las elecciones y te diriges a votar tú también (o eso se espera). Las personas utilizan esas calcomanías porque quieren anunciar su acción política y animar a otros a hacer lo mismo. 

 

Si tan solo mostráramos con tanto orgullo nuestros encuentros con Dios. ¿Qué sucedería si le contáramos a todos nuestros amigos cercanos cada vez que Dios nos ayuda a encontrar la tarea que perdimos? ¿Y si compartiéramos nuestro testimonio en el colegio de cuando Dios nos dio paz en medio de una ruptura familiar traumática? ¿Si le contáramos a los demás que la razón de nuestro gozo continuo es la presencia de Dios en nuestra vida? Quizá viviríamos una situación similar a la de Samanta. En el Evangelio de Juan, leemos que muchos de sus vecinos creyeron en Jesús, primero por la historia de una mujer, y luego porque conocieron a Jesús por sí mismos. 

 

Cuando veas una calcomanía de votación, recuerda la importancia de hacer alarde de Cristo. Si compartes tu encuentro con Dios con otras personas, puedes llevarlas a encontrar la mejor amistad de sus vidas, y una eternidad con Jesús.

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