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UN FLORERO

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¡Todos los sedientos, vengan a las aguas! (Isaías 55:1).

En mi departamento tengo un estante entero lleno de los floreros que vinieron con los ramos de flores que me ha regalado Dustin. Cada vez que me envía un ramo nuevo, recibo un florero nuevo, porque la empresa no entrega flores sin un recipiente para sostener agua. Tengo un florero cuadrado de vidrio, perfecto para un par de docenas de rosas. Tengo un florero redondeado con una curva en el extremo superior, que uso para ramos de tulipanes. También tengo un florero con protuberancias aleatorias en el costado, para arreglos florales más extravagantes; y tengo muchos otros estilos y tamaños. Pero no usamos floreros solo por su apariencia. Mantienen a las flores en el agua que necesitan para permanecer hidratadas y no marchitarse. 

 

Los floreros les dan a las flores el agua que necesitan, y Jesús puede satisfacer nuestra sed. La Biblia dice: “¡Todos los sedientos, vengan a las aguas!” (Isa. 55:1). Cuando sentimos sed, nuestro cuerpo sabe que nos falta algo. Deseamos agua: lo único que satisfará nuestra sed. Así también, cuando no tenemos a Jesús en nuestra vida, tenemos un vacío en el corazón. Nos falta algo. Necesitamos a Jesús tan desesperadamente como las flores necesitan agua para sobrevivir. Afortunadamente, Jesús nos ha dado una invitación a beber libremente del agua que provee. Él nos sustentará cuando tengamos sed de él.

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