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UNA COLCHA

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Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28).

Mi bisabuela bordaba colchas; mi abuela borda colchas; mi madre y mi tía bordan colchas; y mi hermana y yo bordamos colchas. El oficio está incrustado en nuestro ADN. El proceso me fascina. Comenzamos con varios trozos grandes de tela. Todos son de distintos colores y patrones. Algunos hasta tienen texturas o grosores diferentes. Entonces, tomamos la diversidad de telas y las cortamos. A veces las rasgamos; otras veces las cortamos con tijeras; pero generalmente las cortamos con una cortadora circular hasta que todas queden como tiras largas. Terminamos con una gran colección de retazos aparentemente sin esperanza; pero entonces empieza la verdadera diversión. Tomamos una tira con puntos rojos y la cosemos con una negra. Tomamos la tira con círculos blancos y la cosemos con la que parece acuarela roja y negra. Cortamos un poco por aquí; cosemos un poco por allá. Y poco a poco, el surtido aleatorio de tiras y retazos se convierte en una colcha hermosa: una obra de arte. 

 

A veces las circunstancias rasgan nuestra esperanza y la dejan como retazos diminutos. Nuestros sueños están destrozados y no sabemos cómo armarlos otra vez. Quizá tus padres no dejan de discutir, o tu mejor amigo dijo mentiras sobre ti. Quizá tus calificaciones no alcanzan para el promedio que necesitabas para esa beca. Quizá no tienes idea de cuál es tu propósito. Pero Dios sabe cómo tomar cada pequeña situación y coserla para darte un futuro hermoso. Él dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes… planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11, NVI). Él sabe cómo acomodar los pedazos para que encajen, y puede hacer que todas las cosas te ayuden a bien (Rom 8:28). Espera y verás cómo Dios convierte tus retazos deshilachados en una obra de arte deslumbrante.

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