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¡RESISTE!

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«Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y este huirá de ustedes» (Santiago 4: 7).

Corría el año 1730. Con tan solo quince años, Marie Durand había sido encarcelada en la torre de Constanza, en Aigues-Mortes, al sur de Francia. Al encerrar a esta joven hugonota, el comandante esperaba enseñarle tanto a ella como a las demás la necesidad de someterse a las leyes civiles y religiosas del país.

 

Pero Marie no se rindió. Fríos vientos soplaban por las angostas aberturas de la redonda torre, cuyos muros tenían unos seis metros de espesor. Mosquitos portadores de paludismo llegaban hasta la torre, y los altos niveles de humedad destruían todo lo que fuera susceptible a la corrosión. Otras que habían sido encarceladas se retractaron, pero Marie estaba decidida a no hacerlo. Por el contrario, grabó la palabra registe en el borde de una piedra. Si se trata de un provincialismo o de escribir defectuosamente résistez, no lo sabemos, pero el significado es evidente: «¡Resiste!» .

 

¡Y claro que resistió! Durante treinta y ocho años vivió en esa torre plagada de toda clase de insectos repugnantes. Salió cuando tenía cincuenta y tres años, apenas unos siete años y medio antes de su muerte. En la Biblioteca de los Hugonotes de París se conserva una de las cartas de Marie. Dice: «Dios nos ha dado las preciosas verdades de la Biblia; debemos serles leales y no traidores como Judas» .

 

¡Qué clara era la visión de Marie! ¡Y cuán fuerte su voluntad! Como Jesús, su Maestro, resistió a Satanás y lo venció. «Así podemos nosotros resistir la tentación y obligar a Satanás a alejarse. Jesús venció por la sumisión a Dios [...]. No podemos salvar-nos a nosotros mismos del poder del tentador; él venció a la humanidad, y cuando nosotros tratamos de resistirlo con nuestra propia fuerza, caemos víctimas de sus designios; pero "torre fuerte es el nombre de Jehová" (Proverbios 18: 10, RV60). [...] Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en ese nombre poderoso» (El Deseado de todas las gentes, p. 109).

 

Cada día pon tu vida en las manos de Dios y acude a él cuando te sientas tentado. ¡Resiste al enemigo y ganarás la victoria!

 

 

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