LA PALABRA QUE TRANSFORMA

Durante la Segunda Guerra Mundial, un joven paracaidista belga que desembarcó en su país ocupado por los alemanes fue capturado por la Gestapo y confinado en un calabozo. En la celda contigua a la suya había un pastor belga acusado, como él, de espionaje. Estos hombres descubrieron que podían comunicarse a través de la pared empleando el código Morse. En cierta ocasión, el paracaidista transmitió esta frase: «Es un infierno estar solo consigo mismo» . El pastor le contestó: «Es un cielo estar a solas con Jesús» .

Al darse cuenta de la profunda necesidad espiritual del paracaidista, el pastor hizo arreglos con los miembros de su congregación que estaban libres, para que le llevaran una Biblia. Pero no fue solo la Biblia la que penetró en la celda del joven, Jesucristo entró en su vida y lo transformó en su confinamiento, de tal manera que, cuando se lo llevaron para ser ejecutado, transmitió con confianza esta frase al pastor belga, que luego fue liberado: «Voy al encuentro de la vida y no de la muerte» .

Posiblemente, conozcas otros testimonios que muestran el poder transformador de la Palabra de Dios. Sin embargo, para que ese poder moldee tu vida, debes dedicar tiempo intencional a la Palabra.

Hace varios años, tres mil miembros de iglesia respondieron a un cuestionario. Su estudio reveló que, después de su bautismo, muchas personas piensan que su bienestar espiritual depende más de los cultos sabáticos que de la devoción personal. La mitad de los miembros asumía esa actitud y, trágicamente, echaban la culpa a los sermones del pastor por su falta de espiritualidad.

Cada persona es responsable de su devoción personal. Puedes estar muy ocupado, pero tienes la facultad de decidir. Si permites que la presión de las actividades te impida dedicar tiempo a Dios todos los días, la responsabilidad es solo tuya. No es suficiente con que tengas una Biblia impresa o una aplicación para tu teléfono inteligente, debes estudiarla.

«La fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo» (Romanos 10: 17). De este modo, cada minuto que dedicas a estudiar la Palabra es una oportunidad maravillosa para crecer en la gracia de Jesús.