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LAS DESVENTURAS DE UN CAZADOR

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«Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo, el diablo, corno, un león rugiente, anda buscando a quien devorar» (1 Pedro 5: 8).

Por el año 1840 vivía en el oeste de los Estados Unidos un explorador, cazador y traficante de pieles, llamado kit Carson. —Se agota nuestra provisión de carne —dijo kit a los demás tramperos de su grupo—. Mientras ustedes colocan las trampas, yo iré a cazar y traeré carne para la cena.

 

Después de caminar varios kilómetros, vio a un alce comiendo en un apartado pastizal en la montaña. Levantó el rifle y mató al animal de un solo tiro.

 

—¡Buen trabajo! —se dijo, aunque de repente presintió que alguien lo había escuchado. Al mirar a su alrededor, vio dos enormes osos pardos a menos de quince metros de distancia.

 

—¡No quiero nada con ustedes dos! —gritó, dando media vuelta y echándose a correr hacia el árbol más cercano, un álamo. Soltando el rifle, trepó rápidamente por el tronco hasta una rama donde se sintió seguro.

 

Los osos caminaron lentamente en dirección al árbol. ¡Querían al hombre! Uno intentó trepar, pero el árbol no era suficientemente grueso para clavar las garras. El otro consideró que una fuerte sacudida podría funcionar. kit tuvo que aferrarse al árbol con brazos y piernas para no caer. Logró, de alguna manera, romper una de las ramas y golpear al oso en la nariz. Pero el animal movió la cabeza y siguió sacudiendo el árbol.

Después de media hora de trabajo infructuoso, los osos se dieron por vencidos y se dirigieron hacia donde estaba el cadáver del alce. ¡Al fin, una oportunidad para escapar! kit bajó del árbol, recogió el rifle y escapó en silencio, dejándole su cena a los osos.

 

Tú y yo, al igual que kit, nos encontramos en un campo abierto, donde podemos ser presa del enemigo. ¿Comprendes la batalla espiritual a la que te enfrentas? Es posible que estés enfrentando tentaciones que de no ser resistidas podrían arruinar tu vida espiritual. Y, en este caso, no es un oso el que anda suelto, sino un «león rugiente» que amenaza con hacer caer a los incautos que no se refugian en el árbol de la salvación que es Jesús, donde pueden resistir las sacudidas del enemigo.

Toma hoy la firme determinación de ponerte del lado de Jesús, donde puedes estar seguro.

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