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LA CIUDAD DE DIOS

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«El ángel me llevó a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios» (Apocalipsis 21:10).

En 1968, un grupo de técnicos y arquitectos de varias nacionalidades colocaban la primera piedra de lo que ha sido llamado «el experimento más grande del siglo XX» . Así comenzó la construcción de una nueva ciudad muy especial, denominada «Auroville» (cuidad de la autora), a pocos kilómetros de Puduchery, en la costa de Coromandel, en la India. Se ha dicho de ella: «Por fin ha llegado el día esperado durante tanto tiempo; el día que San Juan vio Patmos [se refiere a la venida de la ciudad de Dios], con el que soñó el poeta Shelley, y que los hombres consideraban una ilusión: la ciudad de la felicidad, la edad de oro» (Revista Planéte, sept-oct de 1968, p. 66).

 

El propósito de Auroville, «la ciudad de la felicidad» , es la creación de un «nuevo ser humano» que tendrá una conciencia superior y carecerá totalmente de maldad. Sus fundadores esperaban que allí las relaciones humanas se basaran en la comprensión y la armonía. Sus habitantes serían instruidos por un maestro espiritual y aprenderían a amarse unos a otros.

 

Pero, como era de esperar, Auroville no ha logrado estos objetivos. De hecho, luego de la muerte de Alfassa, una de sus fundadoras, surgieron discordias y desencanto y los primeros pobladores decidieran marcharse.

 

En las últimas décadas, han aumentado los males que afligen a la humanidad. Lo único que puede restaurar la imagen de Dios en los seres humanos y traer la paz y la felicidad al mundo es la obra del Espíritu Santo en aquellos que aceptan a Jesús como su Salvador personal. Ellos entrarán por la «ciudad santa, la nueva Jerusalén» , una ciudad donde verdaderamente se cumplirá el sueño de Dios para la humanidad.

 

No obstante, existe una condición: «El que salga vencedor recibirá todo esto corno herencia; y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, [...] y todos los mentirosos, a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la segunda muerte» (Apocalipsis 21: 7, 8).

Y a ti, ¿te gustaría ser un vencedor y entrar por las puertas de «la santa ciudad» ?

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