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«Son unas personas terribles, ni siquiera creen en Dios, no tienen escrúpulos y se esconden para comerse a los niños» , estas palabras, para nada halagüeñas, describen lo que muchos pensaban de los cristianos en el siglo 1. Pero ¿cómo podrían los cristianos ser ateos y además caníbales?
Verás, por aquellos tiempos se acostumbraba a reverenciar al emperador como a un dios. Aunque Domiciano fue el único emperador que se declaró a sí mismo dios mientras aún vivía, el culto imperial en la Antigua Roma era la veneración que se daba a algunos emperadores una vez estos fallecían. Además, se esperaba que los ciudadanos leales del Imperio hicieran ofrendas periódicas de incienso al Emperador y, al hacerlo, recibían un certificado de que habían demostrado su lealtad a través del sacrificio. Los cristianos, por supuesto, rechazaron venerar al emperador, considerando este culto corno idolatría, por eso eran considerados como ateos.
Por otro lado, se había hecho correr un rumor sobre reuniones en las que solo participaban los «iniciados» . En dichas reuniones, que los cristianos llamaban la «cena del Señor» , algunos afirmaban haber escuchado expresiones espeluznantes, tales como: «Coman ahora la carne de mi cuerpo» o «Beban ahora mi sangre como si fuera vino» . De este modo, la gente llegó a pensar que los cristianos se reunían a sacrificar niños para luego comérselos. El sinsentido de estas acusaciones puede causarnos risa, pero no a los cristianos. De hecho, estos cargos eran tan graves que muchas veces los llevaron al martirio.
Jesús dijo: «Dichosos ustedes, cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de mentiras» (Mateo 5:11). Él sabe todo el sufrimiento que causa la calumnia. En la noche de su arresto fue acusado injustamente de querer derribar el Templo, planear una sedición contra César y echar por el suelo las enseñanzas de la Biblia.
Y a ti, ¿alguna vez te han acusado de una falta que no cometiste? ¿Has sido objeto de la murmuración de los demás? Pide a Dios que te ayude a perdonar a quienes te han hecho daño, mientras sigues el ejemplo de Jesús.