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El rey de la selva, como se le suele llamar, debería llamarse más bien el monarca cómodo, o simplemente el rey holgazán, debido a que se pasa la vida comiendo lo que cazan sus esposas. Por lo general, el león evita todo esfuerzo.
Tan pronto como los cachorros pueden mantenerse en pie, la leona caza y mata la presa mientras su marido vigila. Entonces este se aproxima, echa a un lado a su familia y come hasta hartarse. Si la presa es pequeña, es posible que no quede nada para la hembra y sus cachorros. Pero si hay abundancia de carne, la leona come después de él y mantiene alejados a los pequeños hasta que se sacia. Solo después de eso les toca el turno a los cachorros.
Aun cuando por lo general no se preocupa gran cosa por alimentar a los suyos, el león se mantiene fiel a su familia mientras descansa pacíficamente sin molestarse en ayudar.
El león solo emplea energía o muestra su habilidad para pelear cuando otro más joven trata de arrebatarle una de sus esposas. Si pierde la pelea y ya tiene más de diez años, debe abandonar la familia. Al carecer de una hembra que cace para él, se ve reducido a comer sapos, ratones, termitas y langostas, y si no encuentra suficiente alimento, adelgaza, se debilita y pronto cae presa de las hienas.
A menudo se representa al diablo como un león; su forma de actuar constituye un buen ejemplo de la manera en que el diablo obra. Se pasa la vida induciendo a los demás a realizar en su beneficio tareas destructivas, y cuando todo está consumado se deleita en el desastre. Pero «llegará la hora de su muerte, y no habrá nadie que lo ayude» (Daniel 11: 45). ¡No ayudemos al diablo a llevar cabo su maligna tarea!
Tal vez sin darte cuenta has sido un aliado de Satanás al dañar la reputación de otros, mostrar una actitud deshonesta o fomentar el odio entre nuestros hermanos. ¿Qué decisiones debes tomar hoy mismo para corregir aquellos errores del pasado y llegar a ser un aliado de Jesús?