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¿SE PUEDE ADORAR A DIOS CON UN CIGARRILLO EN LA BOCA?

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«Alaben el glorioso nombre del Señor, adoren al Señor en su hermoso santuario» (Salmo 29: 2).

Imagina que vas a una iglesia donde el pastor predica con un cigarrillo en la boca. Cada vez que abre la Biblia, exhala una bocanada de humo. Cada vez que canta un himno, se quita el cigarrillo y lo sostiene entre los dedos. Cada vez que ora, cierra los ojos y aprieta el cigarrillo entre los labios.

 

¿Qué pensarías de ese pastor? ¿Te inspiraría confianza? ¿Le seguirías como líder espiritual? Probablemente no. Tal vez pensarías que ese pastor no respeta a Dios ni a su iglesia, y que no se toma en serio su ministerio.

 

Ahora bien, ¿cómo podría alguien adorar a Dios con el cuerpo contaminado con tóxicos que van destruyendo imperceptiblemente sus tejidos, incluyendo su cerebro? Lo que sigue se publicó como aviso de página entera en el Daily Express de Londres, por el Concilio Británico de Educación de la Salud.

 

Ácido cianhídrico. Los compuestos dañinos del humo del tabaco incluyen el ácido cianhídrico en una concentración ciento sesenta veces mayor que la que se considera permisible en la industria. El ácido cianhídrico es un veneno.

 

El monóxido de carbono, el gas mortífero que se encuentra presente en los gases del escape de los automóviles, se combina con la hemoglobina de los glóbulos rojos, reduciendo la capacidad de la sangre para transportar oxígeno a las células de los tejidos. Como el monóxido tiene una afinidad mucho mayor con la hemoglobina que el oxígeno, expulsa a este de la sangre.

 

La nicotina es un líquido incoloro y muy venenoso. Se usa como insecticida letal, y una gota (setenta miligramos) mata a un hombre en minutos.

 

El butano es el gas que se usa en los encendedores de cigarrillos y en las cocinas de campaña. Además, forma parte del gas natural y el petróleo sin refinar.

 

El alquitrán. El alquitrán del tabaco contiene más de doscientos compuestos, muchos de ellos tóxicos. Entre estos se encuentran por lo menos diez hidrocarburos cancerígenos.

¿Cómo podría una persona fumadora adorar a Dios en su «hermoso santuario» con el cuerpo lleno de químicos tóxicos que lo van destruyendo lentamente? Dios te ama y quiere lo mejor para tu salud. Adórale con todo tu ser.

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