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DESARROLLA TU INTELIGENCIA EMOCIONAL —PRIMERA PARTE—

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«Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida» (Proverbios 4: 23).

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer y gestionar nuestras emociones y las de los demás. Es un factor clave para el éxito personal y profesional, ya que nos ayuda a resolver conflictos, trabajar en equipo y liderar con eficacia. Pero la inteligencia emocional no es algo con lo que nacemos, sino una habilidad que se puede desarrollar y mejorar con la práctica y el aprendizaje. Travis Bradberry y Jean Greaves, autores del libro Inteligencia emocional 2.0, proponen estrategias para potenciar cuatro aspectos de la inteligencia emocional: el autoconocimiento, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones.

 

El autoconocimiento es la base de la inteligencia emocional. Se trata de ser conscientes de nuestras propias emociones, de cómo nos afectan y de cómo influyen en nuestro comportamiento. El autoconocimiento nos permite identificar nuestras fortalezas y debilidades, nuestros valores y motivaciones, y tener una autoestima equilibrada. Se resume en una frase célebre de Sócrates: «Conócete a ti mismo» .

 

El autoconocimiento es un don de Dios, que nos revela quiénes somos y qué espera de nosotros. El salmista dice: «Oh, Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno» (Salmo 139: 23-24). El apóstol Pablo afirma: «Yo sé que, en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues, aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo» (Romanos 7: 18).

 

La autogestión es la capacidad de regular nuestras emociones y expresarlas de forma adecuada. Nos permite controlar los impulsos negativos, como la ira o la ansiedad, y fomentar los positivos, como la gratitud o el entusiasmo. Nos ayuda a adaptarnos a los cambios, tomar decisiones acertadas y alcanzar nuestras metas. La autogestión es un fruto del Espíritu Santo, que nos capacita para vivir una vida santa y agradable a Dios. El apóstol Pablo dice: «En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5: 22-23).

 

Mañana veremos otros dos aspectos de la inteligencia emocional, pero mientras tanto, ¿te gustaría pedir a Dios que te ayude a desarrollar un autoconocimiento y una autogestión que glorifiquen su nombre?

 

 

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