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SEXO BAJO LOS ESCOMBROS

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«Hasta sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza; de la misma manera, los hombres» (Romanos 1: 26-27).

Cuando Pablo escribió este capítulo de su Epístola a los Romanos, sabía lo que estaba ocurriendo entre los treinta mil habitantes de la ciudad de Pompeya, construida al pie del volcán Vesubio, cerca de Nápoles. Las excavaciones realizadas en las ruinas de Pompeya han revelado una gran cantidad de cuadros eróticos pintados en las paredes de baños públicos y otros edificios. Estas representaciones han causado asombro y sorpresa entre los arqueólogos que participaron en la investigación. Además, se han descubierto más de veinte casas de prostitución y una gran cantidad de objetos destinados a prácticas eróticas diversas, lo que ha llevado a los expertos a afirmar que la reputación de los pompeyanos como libertinos estaba plenamente justificada.

 

Las pinturas descubiertas hace algunos años por la arqueóloga Luciana Jacobelli representan a hombres y mujeres involucrados en diversas prácticas sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales.

 

Las reprimendas que el apóstol Pablo dirigió a los romanos de su época son incluso más relevantes para nuestros tiempos. A través de los medios de comunicación, las redes sociales, el cine y la internet, nuestra sociedad ha convertido al sexo en un ídolo. La historia muestra como Dios destruyó ciudades como Sodoma, Gomorra y Pompeya debido a la contaminación sexual en su interior. En este sentido, es válido preguntarse cuánto tiempo pasará hasta que se castiguen algunos centros modernos de sexualidad exacerbada y desviada.

 

Dios nos creó para vivir en pureza y santidad, y desea que cuidemos nuestro cuerpo y nuestra mente de las tentaciones sexuales que nos rodean: «Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo» (1 Corintios 6: 18, RVC).

Dios nos ha dado el sexo para disfrutarlo en el contexto de un matrimonio entre un hombre y una mujer. No debemos sucumbir ante las tentaciones que el mundo nos ofrece. Más bien, debemos pensar en «todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama» (Filipenses 4: 8).

 

¿Qué decisiones debes tomar hoy mismo para mantenerte puro en un mundo que alienta el sexo fuera del matrimonio?

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