|
Los habitantes del pueblo alpino de Longarone, en el norte de Italia, pasaban la tarde del 9 de octubre de 1963 como cualquier otro día, mirando televisión, Leyendo, conversando o haciendo otras actividades cotidianas. Lo que ignoraban era que a pocos kilómetros de distancia se estaba gestando una catástrofe que en cuestión de segundos acabaría con la vida de casi dos mil personas.
El desencadenante fue un gigantesco deslizamiento de tierra que cayó sobre el lago artificial creado por la presa de Vajont, una de las más grandes de Europa. El impacto provocó un tsunami que superó los doscientos metros de altura y arrasó con Longarone y otras aldeas cercanas. La presa resistió el embate, pero no así las comunidades, que quedaron sepultadas bajo el agua y los escombros. Fue uno de los peores desastres ambientales provocados por el ser humano en la historia.
Este trágico suceso nos recuerda la importancia de estar preparados en todo momento, no solo para las catástrofes naturales, sino también para el regreso del Hijo del hombre. Jesús nos advirtió en Mateo 24: 44 que debemos estar preparados, porque vendrá cuando menos lo esperemos.
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos atrapados en las distracciones y preocupaciones del mundo, dejando de lado la realidad de que nuestro tiempo aquí es limitado y que el regreso de Jesús es una certeza. Podemos caer en la complacencia y pensar que aún tenemos tiempo para arreglar nuestras vidas espirituales, pero ¿si Jesús volviera hoy? ¿Estaríamos preparados para su venida?
Sin embargo, esperar la venida de Jesús no debería llenarnos de miedo o angustia, sino de esperanza y alegría, sabiendo que Dios tiene el control y que llevará a cabo su plan para nuestro bien (ver Romanos 8: 28). Por eso, en este tiempo de espera, nuestra actitud debe ser la de Jesús, que dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y terminar su trabajo» (Juan 4: 34).
No sabemos cuándo vendrá Jesús, pero sabemos que vendrá. Y cuando venga, ¿te hallará listo? Que nada te distraiga de estar preparado para el encuentro con tu Dios.