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¿Te gustan las historias de detectives? Si es así, seguramente habrás oído hablar de Sherlock Holmes, el famoso detective privado creado por el escritor británico Arthur Conan Doyle. Sherlock Holmes es un personaje que destaca por su inteligencia, su habilidad para observar y deducir y su pasión por resolver casos difíciles. Pero también es un personaje que tiene un gran amigo: el doctor Watson.
Watson es el compañero inseparable de Sherlock Holmes. Es quien narra sus aventuras, lo ayuda en sus investigaciones, lo cuida cuando está enfermo o herido y lo apoya cuando se enfrenta a sus enemigos. Watson admira a Holmes por su genio, pero también lo quiere por su humanidad. A pesar de que a veces Holmes puede ser frío, irónico o arrogante, Watson sabe que en el fondo tiene un buen corazón y que valora su amistad.
La amistad de Sherlock Holmes y Watson nos recuerda la importancia de tener amigos verdaderos en nuestra vida. Los amigos son un regalo de Dios, que nos acompañan en los momentos buenos y malos, nos animan, nos aconsejan, nos corrigen y nos perdonan. Salomón afirma: «El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano» (Proverbios 17: 17, PVC).
Pero la amistad no solo se recibe, sino que también se da. Para tener amigos hay que ser amigo. Debemos mostrar interés por los demás, escucharlos, respetarlos, ayudarlos y orar por ellos. Debemos ser leales, sinceros, generosos y humildes; evitar las peleas, los chismes, las envidias y los rencores.
Jesús es nuestro mayor ejemplo de amistad. Él nos llamó sus amigos y dio su vida por nosotros (ver Juan 15: 13-15). Nos enseñó a amarnos unos a otros como él nos amó (ver Juan 13: 34-35) y nos prometió estar con nosotros siempre hasta el fin del mundo (ver Mateo 28: 20). Él es nuestro amigo fiel y verdadero (ver Apocalipsis 3: 14).
¿Cómo puedes demostrar tu agradecimiento a Dios por los amigos que te ha dado? Además, ¿cómo puedes cuidar y fortalecer tus amistades? Hoy es un buen día para fortalecer tus lazos de amistad con aquellos amigos que te han ayudado a crecer y, en última instancia, con el mejor amigo de todos: Cristo Jesús.