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ESTRELLA INVISIBLE

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«El brillo del sol es diferente del brillo de la luna y del brillo de las estrellas; y aun entre las estrellas, el brillo de una es diferente del de otra» (1 Corintios 15: 41).

A MUCHA GENTE LE GUSTA MIRAR AL CIELO EN UNA NOCHE estrellada. ¡Cuánta belleza! Y, además, cuántos misterios detrás de las diminutas estrellas que vemos. Por ejemplo, ¿sabías que existen estrellas binarias que permanecen unidas durante toda su vida, orbitando alrededor de un centro común? El primero en descubrir y catalogar estas estrellas fue el astrónomo William Herschel.

Existen cuatro tipos de estrellas binarias. Las estrellas binarias visuales pueden ser vistas a través del telescopio. Las estrellas binarias eclipsantes solo pueden ser observadas cuando una de las estrellas pasa frente a la otra. Las binarias espectroscópicas pueden identificarse porque emiten colores diferentes cuando se mueven. Por último, están las binarias astrométricas, en las que una estrella es visible y la otra no, y solo puede ser identificada por medio de la posición de la estrella visible.

Así como el movimiento de las estrellas binarias depende de la proximidad y del grado de atracción gravitacional entre ellas, nuestra vida depende de nuestra proximidad con Dios y de cómo nos dejamos atraer por su amor y su compasión. Sin nuestra conexión eterna con él, somos solamente estrellas solitarias e incompletas, perdidas en el espacio.

Somos diferentes, y eso solo comprueba LA GRANDEZA DE LA CREACIÓN DEL PADRE. Sin embargo, todos tenemos en común la necesidad de proximidad con Dios. Cuanto más íntimamente nos conectamos a él, mayor es nuestra capacidad de revelar su amor. Al hacer esto, él nos transforma en estrellas binarias astrométricas, ocultándonos en la luz de Cristo, para que él brille y sea glorificado a través de nuestra existencia.

¡DEJA QUE SEA LA LUZ DE JESÚS LA QUE BRILLE!

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