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¿Frío, Caliente O Tibio?

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"Yo sé todo lo que haces, sé que no eres frío ni caliente, ojalá fueras frío o caliente". (Apocalipsis 3:15)

Llena dos vasos iguales con agua y pon un colorante de diferente color en cada uno. Luego, tapa uno de ellos con una lámina de plástico (film transparente). A continuación, voltéalo y colócalo encima del otro, de modo que los líquidos queden separados únicamente por el papel film. Ahora, retira con cuidado la barrera, y observa la manera en que los líquidos se mezclan. Luego, en una segunda ronda del mismo experimento, repite el procedimiento; pero, esta vez, utiliza agua caliente en el vaso de arriba. Al retirar el plástico, los dos colores no deberían mezclarse inmediatamente.

ESTO OCURRE PORQUE EL AGUA CALIENTE es menos densa que el agua fría. Sin embargo, poco a poco, la zona de contacto entre el agua fría y el agua caliente se va entibiando, y entonces, la mezcla comienza a producirse.

Como en la primera parte del experimento, resulta fácil que nos mezclemos con aquellos que son fríos y están distantes de Dios, si nosotros también lo estamos. En la segunda parte del experimento, podemos percibir el peligro que supone estar constantemente en contacto con el mundo. Esto hace que pasemos de espiritualmente «calientes» a «tibios», y cuando menos lo pensemos, estaremos completamente «fríos» en nuestra relación con Dios. Así como Cristo buscaba el contacto y la dirección del Padre en la madrugada y en el silencio de las montañas, nosotros también necesitamos «entrar en calor antes de ponernos en contacto con los que están «fríos en la fe». Al acercarnos al frío, corremos el peligro de volvernos tibios; por eso, es muy importante mantener la COMUNIÓN, buscando el calor de Cristo, a fin de no volvernos fríos espiritualmente.

¡QUE EL SEÑOR TE DE SU CALOR, Y QUE ESTÉS DISPUESTO A TRANSMITIR ESE CALOR A OTROS CORAZONES!

¿CUÁL HA SIDO LA TEMPERATURA DE TU FE?

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