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AUNQUE MUCHOS QUIERAN SOSTENER LO CONTRARIO, SEGÚN la Biblia, el sábado no es un día común. Fue apartado y santificado por Dios en el mismo Edén (ver Génesis 2: 3) y es una señal específica de su pueblo (Ezequiel 20:12). Además, el sábado forma parte de los Diez Mandamientos, que fueron escritos por el propio dedo de Dios (ver Éxodo 31: 18).
Aunque muchos afirman que el sábado fue abolido en la cruz, Jesús mismo dijo que no había venido a abolir la Ley (ver Mateo 5: 17-18). Los primeros cristianos, incluida María, después de la muerte de Cristo también observaban el sábado (Lucas 23:54-56). En Santiago 2: 10-11, vemos que el sábado no puede ser ignorado, al igual que no puede ser ignorado ninguno de los demás mandamientos. Y finalmente, el sábado será guardado en el cielo por todas las naciones de los salvos de todas las edades (Isaías 66:23).
Al guardar este día, demostramos que confiamos nuestras vidas al Padre y que lo reconocemos como nuestro Creador, Redentor y Sustentador. ¿Qué tal si hacemos que la experiencia del sábado sea aún más especial? Prueba con actividades familiares que incluyan juegos y concursos bíblicos. ¿Qué tal visitar a alguien que necesite comida o una oración? Piensa en actividades solidarias y planifica cómo llevarlas a cabo a lo largo de los sábados del año. Prueba crear tradiciones sabáticas: un pícnic familiar o incluso una llamada telefónica a un amigo que se encuentra distante para ofrecerle una oración.
Lee Isaías 58:13-14, donde hay una bendición especial para los que guardan el sábado. Aprovecha esa bendición e invita a quienes te rodean a hacer lo mismo.
«Entonces hallarás tu gozo en el Señor» (Isaías 58: 14, NVI).