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«Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro, tú nuestro alfarero; ¡todos fuimos hechos por ti mismo!» (Isaías 64: 8).

EL VERSÍCULO QUE HEMOS LEÍDO nos muestra que hemos sido moldeados por Dios. Revela que no estamos aquí por casualidad. Dios hizo cada detalle de nuestros cuerpos y nos creó con un propósito especial.

Tal vez las tristezas, los fracasos y las desilusiones te hagan olvidar los maravillosos planes que Dios tiene para tu vida. No dejes que sean los sentimientos negativos los que dominen tu mente. El mismo Dios que te creó puede restaurar y remodelar tu vida. No pierdas tiempo, entrégate en las manos del Alfarero y déjate moldear por aquel que nunca se equivoca.

Vuelve a leer el versículo de hoy, pero adáptalo a la primera persona del singular («Tú eres mi Padre. Yo soy el barro...»).

¿Qué sientes al saber que eres obra de las manos de Dios y que él puede remodelar tu vida y darle un nuevo propósito?

Hoy es el día de comprobar el resultado del experimento propuesto el miércoles de la semana pasada. ¿Has visto cómo quedó el huevo? ¡Vale la pena volver atrás y releer el texto!

Puede que ya hayas hecho alguna vez plastilina casera, pero hoy aprenderás una receta con ingredientes muy diferentes. Mezcla una taza de espuma de afeitar con la misma medida de maicena. Echa unas gotas de colorante alimentario y remueve bien. Si es necesario, añade más ingredientes hasta que la masa adquiera consistencia. Después, simplemente dale la forma que más te guste. ¡Pide permiso antes!

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