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Cuando yo era pequeña, me gustaba visitar a mi abuelo por varias razones, pero sobre todo era divertido porque tenía un loro muy parlanchín. Me gustaba oír al loro repetir las palabras que nos oía decir. Aunque no siempre lo hacía y no se le ocurrían las cosas por sí solo, era divertido cuando «repetía como un loro« lo que decíamos.
Una vez leí la historia de un loro famoso llamado N'kisi. Este loro había aprendido casi mil palabras. Era un loro gris africano. Su dueño era un artista de Nueva York, utilizaba tarjetas con el abecedario ilustrado para niños y otras fotografías para hacer hablar al ave. Pero N'kisi iba más allá de «repetir como un loro», llegando incluso a inventar sus propias frases, lo cual demostraba que entendía lo que decía.
Por ejemplo, cuando N'kisi veía una foto de unos gorilas y de la Dra.Jane Goodall, una famosa científica que convivía con gorilas y escribía sobre ellos, decía: «¿Tienes un chimpancé?».
Cuando le mostraban una fotografía de un loro colgado boca abajo de su percha, decía: «Tienes que guardar el pájaro en su jaula».
Otra vez vio a un hombre que estaba hablando por teléfono y le dijo: «¿Qué estás haciendo en el teléfono?».
Dios creó muchos animales como los loros parlanchines y otras mascotas que nos alegran la vida. Tú y yo podemos ser como el loro de mi abuelo y cuando la gente nos pregunte por qué somos cristianos, podemos repetir lo que hemos oído decir a otras personas. También puedes leer la Biblia para descubrir por qué eres hijo del Rey.