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La Biblia cuenta la historia de una mujer que llevaba 12 años enferma, ningún médico podía ayudarla y cuando oyó hablar de Jesús y de que había estado curando a enfermos, creyó que quizá él podría curarla. Cuando Jesús por fin llegó a su pueblo, ella no pudo hablar con él, había demasiada gente a su alrededor para que ella pudiera acercarse. Abriéndose paso entre la multitud, consiguió tocar el borde de su capa y, en ese instante, quedó curada.
Imagínate una fe así. Solo hay que acercarse y tocar. Es más fácil decirlo que hacerlo, y a veces actuamos más como mi nieto Tommy.
Tommy solo tiene dos años y medio. En su acuario favorito hay muchos tanques donde los visitantes pueden meter la mano y tocar un animal. Pero Tommy sigue teniendo un poco de miedo.
Mientras estamos junto al tanque de los tiburones, pasan nadando varios peces y mantarrayas y algunas incluso se nos acercan. En el tanque en el que está permitido tocar a los animales, hay tiburones cebra jóvenes, tiburones bambú de bandas marrones y tiburones bambú de manchas blancas. Los científicos del acuario saben que son seguros, pero eso no siempre convence a Tommy. Tommy mete la mano en el agua hasta que se le acercan un tiburón o una mantarraya, entonces la saca rápidamente. Tommy tiene miedo de confiar, miedo de tocar.
Cuando por fin se anime a tocar, Tommy aprenderá los distintos tipos de piel que tienen los tiburones y las mantarrayas. La piel lisa de las mantarrayas se siente como la de las setas mojadas y la de los tiburones se siente áspera como el papel de lija.
Es fácil tener miedo de las cosas que no conocemos. A veces, de hecho, es bueno tener miedo, porque algunas cosas son peligrosas. Tener miedo puede evitar que te hagan daño. Pero no hay razón para temer acercarse a Jesús. Pronto estarás en la Tierra Nueva con él y entonces podrás abrazarlo y sentarte en su regazo, y él te dirá cuánto te ama. Nunca más tendrás miedo.