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LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA PLAGA que Dios usó para liberar al pueblo de Israel, tuvieron que ver con sangre. Primero los ríos se convirtieron en sangre. Luego Dios mandó ranas, piojos, moscas, langosta, etc., pues el Faraón se resistía a dejarlos libres.
En la última plaga, Dios envió a colocar sangre de un cordero, sin defecto, en las puertas. Esa sería la señal de obediencia a él. Todos los que lo hicieran, sus hijos mayores, vivirían; pero los que desobedecieran, morirían. Fue así como los Israelitas libraron de la muerte a sus hijos. Sin embargo, los egipcios no obedecieron y sus primogénitos, murieron. Después de esta situación triste para los desobedientes, el pueblo de Dios fue puesto en libertad. Ahora los israelitas estaban felices, porque Dios los había librado de todas las plagas y de la esclavitud.
Actividad: Divide una hoja en diez partes y, dibuja y colorea, las diez plagas.
Oración: Querido Padre, gracias porque me libras de peligros.