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El himno a Eva

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¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar "mujer", porque Dios la sacó del hombre. Génesis 2: 23

¿Alguna vez te has preguntado cuál es la canción más antigua de la humanidad? En  the Greatest Music Stories Never Told, Rick Beyer cuenta que descubrió en la ciudad de Ugarit una tabla cuneiforme del año 1400 a. C. en la que un compositor desconocido había grabado la letra y melodía de una canción dedicada a Nikkal, la esposa del dios de la luna.* Durante la década de 1970 Anne Kilmer, profesora de la Universidad de California en Berkeley, logró descifrar algunas de las figuras cuneiformes y se dio cuenta de que se trataba de notas musicales. A partir de entonces, varios músicos modernos han grabado él -himno a Nikkal-.

Aunque no tenemos la melodía, la verdadera -primera canción- de la humanidad no es el himno a Nikkal, sino él      -himno a Eva-. En Génesis 2 encontramos que las primeras palabras que se registran de Adán aparecen en forma de poesía hebrea. Después de haberse percatado de su soledad, Adán se duerme y cuando despierta, lo primero que ve es a Eva, entonces canta: ¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar "mujer", porque Dios la sacó del hombre (Génesis 2: 23).

El himno a Eva está compuesto de dos líneas, y cada una transmite una lección sobre el ideal divino para tu vida sentimental. En la primera línea, Adán reconoce que Eva es de su propia carne, es decir, Eva es su contraparte y a la vez que está hecha del mismo material que él. Hay aquí un sentido de pertenencia, de igualdad y de complemento que es característico de toda relación duradera. En la segunda línea, Adán reconoce quién es el responsable de que él tenga una compañera adecuada: Dios. De allí que sin él como guía no puede haber una relación sentimental saludable.

No sé si ya has encontrado pareja o si todavía sigues buscando, pero el himno a Eva nos enseña hoy que lo más importante a la hora de entablar una relación es, con la ayuda y bajo la dirección de Dios, encontrar ese complemento, esa contraparte que nos haga cantar como Adán cuando vio por primera vez a Eva.

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