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Rachael Denhollander se hizo famosa por sus testimonios durante el juicio contra Larry Nassar, quien ocupó el cargo de médico del equipo nacional de gimnasia de Estados Unidos durante dieciocho años y fue condenado por abusar sexualmente de cientos de jóvenes, aprovechándose de su posición. Durante el juicio, Rachael le dijo al juez: Le pido que emita una sentencia que nos diga que lo que se nos hizo importa, que somos conocidos, que valemos todo, que merecemos la mayor protección que la ley puede ofrecer, la máxima medida de justicia disponible. Y a todos los que están observando, les hago esa misma pregunta, ¿cuánto vale una niña pequeña?.*
En la conclusión de su Sermón Profético (Mateo 24-25), Jesús contestó esta pregunta de forma contundente. En la sección conocida como el juicio de las naciones, el Maestro conectó el destino eterno de cada ser humano con la forma en la que tratamos a las personas más humildes» (Mateo 25: 40, 45). En otras palabras, el Juez de toda la tierra mira con sumo cuidado cómo tratamos a los demás, especialmente a los más vulnerables de la sociedad.
Desde la perspectiva de Jesús, la religión no es un credo que memorizamos ni se limita a aceptar un conjunto de creencias. Es una relación que se manifiesta en cada ámbito de nuestras vidas. Santiago nos recuerda que la religión pura y verdadera a los ojos de Dios Padre consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas en sus aflicciones, y no dejar que el mundo te corrompa» (Santiago 1: 27, NTV).
Jesús se identificó con el hambriento, el sediento, el enfermo, el recluso y el extranjero. ¿Cómo crees que sería nuestro mundo si en cada persona vulnerable y olvidada viésemos el rostro de Jesucristo? No tenemos que esperar al fin del mundo para saberlo. Isaías nos dice que, si dejamos en libertad a los maltratados y acabamos con la injusticia, si compartimos nuestro pan con el hambriento, damos refugio al extranjero y vestimos al desnudo, hoy brillaremos como la luz de la aurora, nuestras heridas sanarán y la justicia irá delante de nosotros y detrás nos seguirá la protección de Dios (ver Isaías 58: 6-8, TLA).