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¿Alguna vez te has preguntado por qué los seres humanos olvidamos? Normalmente, asociamos el olvido o a las personas olvidadizas con una connotación negativa, pero Tula Karras argumenta que, aunque «olvidar tiene mala fama, los seres humanos no podríamos funcionar sin olvidar. De hecho, recordar y olvidar son dos caras de una misma moneda».*
En una edición especial de National Geographic, Karras explica que cada vez que nuestro cerebro recibe nueva información debe olvidar algunos detalles y retener solo la información básica, u olvidar información vieja, para no sobrecargarse. Además, nuestro cerebro tiende a olvidar aquellos recuerdos en los que no pensamos a menudo, como tu mascota de la niñez o las fórmulas que memorizaste para un examen de química. En pocas palabras, estamos programados para olvidar.
Aunque el olvido sea una parte natural del ciclo de la vida y contribuya al funcionamiento eficiente del cerebro, hay ciertos aspectos en los que no podemos permitirnos el lujo de olvidar. Imagina qué sucedería si olvidáramos las reglas de tránsito.
En el plano espiritual, olvidar puede ser sumamente perjudicial. Olvidar de dónde Dios te rescató, ignorar lo que ha hecho por ti y dejar de recordar sus promesas y planes para tu vida puede conducirte a la ruina. Por eso Dios nos motiva constantemente a recordar. El cuarto mandamiento comienza con «acuérdate». Moisés le dijo a Israel: «Cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Deuteronomio 6: 12). Elena G. de White escribió que «no tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada» (Eventos de los últimos días, p. 64).
Cultivar una buena memoria espiritual debería ser una tendencia hoy. ¿Y cómo podemos lograrlo? En Salmos 77: 11, David comparte el secreto, que consiste en reflexionar y meditar de manera constante en lo que Dios ha hecho en el pasado. Dedica un momento de tu día a ponderar lo que Dios ha realizado en tu vida, ya que ahí se encuentra la clave para no olvidar quién es él y cuáles son sus propósitos para tu vida.