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Un sonido suave y delicado

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«¿Qué haces aquí, Elías?». 1 Reyes 19:9

Cansado y deprimido, Elías llegó a Horeb. La Biblia dice que el profeta entró en una cueva y allí experimento la presencia de Dios mediante un sonido suave y delicado (ver 1 Reyes 19: 12). Pero esta historia contiene mucho más de lo que vemos a simple vista. ¿Por qué Elías viaja hasta Horeb? ¿Por qué entró en «una cueva»? Y quizás lo más importante, ¿por qué Dios le habla mediante un sonido suave y delicado?

Las dos primeras preguntas se encuentran íntimamente relacionadas. Si miramos el texto hebreo de 1 Reyes 19: 9, encontraremos un detalle gramatical que salta a la vista. La palabra «cueva» va acompañada de un artículo definido. ¿Y qué significa eso? Pues que Elías no entró a «una cueva», sino que el narrador nos dice que entró a «la cueva».* ¿Cuál cueva?

El texto da por sentado que sabemos de qué cueva se trata. Esto ha llevado a muchos estudiosos a señalar que Elías se dirigió al monte Horeb, a la misma «hendidura en la peña» donde varios siglos antes Moisés había visto la gloria de Dios (ver Éxodo 33: 21-23) para revivir la experiencia de Moisés. ¿Y cómo le fue? Cuando Dios se manifestó a Moisés en Sinaí hubo un gran terremoto (Éxodo 19:18), hubo truenos, relámpagos y fuego (Éxodo 19: 16, 18) y un fuerte sonido de trompetas (Éxodo 19: 19). Cuando Elías estuvo en el mismo monte, procurando la misma experiencia, hubo un viento fuerte, un terremoto y fuego (ver 1 Reyes 19: 11-12), pero Dios no estaba en ninguna de estas manifestaciones sobrenaturales. ¿Dónde estaba Dios? En el «sonido suave y delicado».

Aquel día, frente a una cueva en Horeb, Elías comprendió que Dios se manifiesta de formas diferentes. El mismo Dios que se manifestó espectacularmente en el Éxodo, se le reveló a Elías en la quietud y el silencio.

Hoy necesitamos entender que Dios no solo se encuentra en el ruido y el espectáculo, sino en el silencio de la mañana y en la quietud de mi hogar. Necesitamos aprender que, en vez de repetir la experiencia de otra persona, debo procurar mi propio encuentro con Dios, mi experiencia personal y única, pues la comunión con Dios no es de una misma talla para todos.

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