Regresar

Mi testimonio

Play/Pause Stop
«Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio». 1 Timoteo 1: 12

Hoy quiero comenzar confesándote algo. Como nací y crecí en un hogar cristiano, durante muchos años tuve un concepto erróneo de lo que constituye un «testimonio», especialmente en lo que respecta a la conversión.

Desde pequeño, escuché personas contar cómo el Señor transformó sus vidas y los apartó del alcohol, las drogas, la promiscuidad y de una vida desordenada. Este tipo de testimonios me llevó a pensar que yo no había experimentado una conversión genuina. Después de todo, ¿qué había cambiado en mi vida al entregarme a Jesús? Este pensamiento me llevó a experimentar mi primera crisis espiritual y de identidad cuando apenas tenía 19 años. Sentía que no tenía «un testimonio» que dar, que Dios no había realizado nada en mi vida.

Un día, a punto de rendirme y abandonarlo todo, decidí orar. Fue entonces cuando un personaje bíblico llegó a mi mente: Saulo de Tarso, mejor conocido como Pablo. ¿Y qué tiene Pablo de especial para las personas como yo? Que Pablo no había sido un delincuente antes de conocer a Jesús, no había caído en los vicios, no había sido ladrón ni adúltero. No obstante, en 1 Timoteo 1: 12-14, Pablo cuenta cómo Dios lo rescató, incluso se considera el primero de los pecadores (vers. 15). ¿Y cuál había sido el pecado de Pablo? La religiosidad sin Cristo.

Antes de encontrarse con Jesús, Saulo era un fariseo estricto que perseguía a los cristianos. Sin embargo, Dios tuvo misericordia de él y derramo abundantemente su gracia sobre Saulo, otorgándole la fe y el amor que podemos experimentar gracias a Cristo Jesús (ver 1 Timoteo 1: 14).

En ese momento, entendí que Dios nos rescata no solo de los vicios y la promiscuidad, sino también de la autodestrucción que surge de llevar una vida religiosa sin su presencia. Jesús rescató a Pablo para mostrar su paciencia a través de él y para convertirlo en un ejemplo «de los que habían de creer en él para obtener la vida eterna» (1 Timoteo 1: 16). Lo mismo ocurre con cada persona que Cristo rescata. Mi testimonio consiste en compartir con otros que Cristo me rescató para que yo también pueda ser un ejemplo para los demás. ¿Y tú? ¿Cuál es tu testimonio?

Matutina para Android