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A comienzos del siglo XX, el físico austríaco Erwin Schrödinger concibió un experimento mental sumamente intrigante. Invitó a sus lectores a visualizar un escenario donde un gato se hallaba dentro de una caja de acero junto a un dispositivo que contenía veneno. Este mecanismo estaba meticulosamente diseñado para presentar una probabilidad exacta del 50 % tanto de liberar el veneno como de abstenerse de hacerlo durante un lapso de media hora. Mientras la caja permaneciera cerrada, explicaba el científico, el gato estaba en un estado de superposición cuántica, o paradoja, pues debía considerarse, al mismo tiempo, vivo y muerto. La única forma de saber cuál de las dos posibilidades se había materializado era abriendo la caja.
Hay situaciones en las que tenemos que «abrir la caja» para descubrir qué hay dentro. Pero en el Salmo 34, David nos dice que cada vez que probamos a Dios, nos damos cuenta de que él es bueno. ¿Qué argumentos presenta David para hacer semejante sugerencia? David enfrentó peligros mientras apacentaba el ganado en las montañas, enfrentó al gigante Goliat, fue perseguido por un rey paranoico y en medio de todo esto dice: «Recurrí al Señor, y él me contestó, y me libró de todos mis temores» (Salmos 34: 4); y luego añade: «Este pobre gritó, y el Señor lo oyó, y lo libró de todas sus angustias» (Salmos 34: 6).
Quizás pienses que la experiencia de David solo es válida para él, pero fíjate que el salmo también contiene una promesa universal: «Los que miran al Señor [...] jamás se verán defraudados» (Salmos 34: 5). David comprobó por experiencia propia que Dios «está cerca» (Salmos 34: 18), sus oídos están atentos a nuestras oraciones. ¡Qué bueno es poder contar con un Dios así!
Hoy te invito a abrir la caja de tu relación con Dios. En ella descubrirás un Dios que te escucha, un Dios que provee para tus necesidades, un Dios que te libra de tus temores, un Dios que siempre está cerca de ti. Y lo mejor es que cada vez que probamos a Dios, llegamos a la misma conclusión que David: «El Señor es bueno». ¡Qué dicha es poder confiar en él!