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El versículo de hoy siempre me ha resultado gracioso, sobre todo cuando era adolescente. No entendía por qué Dios tendría que dar instrucciones sobre algo tan íntimo como nuestras necesidades fisiológicas. En el versículo siguiente el Señor añadió: «En su equipo deberán llevar siempre una estaca, para que cuando tengan que hacer sus necesidades, hagan un hoyo con la estaca y luego, cuando hayan terminado, tapen con tierra el excremento» (Deuteronomio 23:13). ¿Por qué Dios dio esta orden? ¿Acaso no era obvio? No. De hecho, hasta hace poco, la orden de Deuteronomio 23: 12-13 era muy avanzada en comparación con las prácticas comunes.
Tomemos como ejemplo la ciudad de Nueva York en 1855. Para entonces, «la Gran Manzana» solo contaba con 10,388 inodoros interiores y las grandes letrinas tenían filtraciones que contaminaban el agua de pozo. La ciudad tampoco tenía un sistema de recolección de basura organizado, sino que tenía cerdos que se comían la basura, que siempre terminaba en la calle. Además, como señala George Knight, los caballos agravaban el problema: «En las calles de la ciudad de Nueva York, en 1900, los caballos depositaban más de 1,100 toneladas de estiércol y 227,000 litros de orina diaria».*
En resumen, la gestión deficiente de los desechos durante el siglo XIX fue la principal causa de enfermedades y epidemias que diezmaron la población de varias ciudades de los Estados Unidos. Hoy en día tenemos mucho que agradecer por el avance de la ciencia y la tecnología, sin olvidar que la ciencia moderna simplemente «alcanzó» a la Palabra de Dios, que hace más de tres mil años ya había aconsejado la higiene al lidiar con los desechos contaminantes.
Dios no solo está interesado en tu vida espiritual o en tu salvación eterna. Él también desea que «te vaya bien en todo y tengas buena salud» (3 Juan 2). Jesús vino para darnos vida abundante (ver Juan 10: 10). Los principios de salud que se encuentran en la Biblia no son simplemente reglas anticuadas o desfasadas; provienen de un Dios de amor que desea que llevemos una vida mejor. Por esta razón, el Señor ha prometido que si seguimos sus consejos en materia de salud e higiene, él alejará las enfermedades de nosotros (ver Deuteronomio 14: 15). Este concepto, aunque sencillo, es profundamente significativo.