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¿Solo sexo?

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«Lo que Dios quiere es que ustedes lleven una vida santa, que nadie cometa inmoralidades sexuales». 1 Tesalonicenses 4: 3

En una de las escenas del filme de 2001 titulado A Beautiful Mind [Una mente brillante], John Nash, el brillante matemático que carece de habilidades sociales interpretado por Russell Crowe, conoce a una mujer muy atractiva en un bar. La mujer luce interesada en él, así que le dice: «Quizás quieras invitarme una bebida». Nash le contestó: «No sé lo que se supone que tengo que decir para que te acuestes conmigo, pero ¿podemos suponer que lo dije? Después de todo, estamos hablando de un mero intercambio de fluidos, ¿verdad?».

Hoy en día resulta común este tipo de pensamiento. Para muchos, la relación sexual entre un hombre y una mujer no es más que «un mero intercambio de fluidos», la satisfacción de un impulso primitivo, como si fuéramos animales que obedecen a los mismos instintos de apareamiento. Si esto es así, ¿por qué los cristianos hacemos tanto alboroto con respecto al sexo?

Para los cristianos, el sexo es mucho más que un mero intercambio de fluidos, pues no somos animales. De hecho, en ninguna esfera de la vida procuramos comportarnos como los animales; por tanto, lo que nos separa de las bestias obviamente debiera aplicarse también al ámbito sexual.

La otra razón por la que los cristianos vemos el sexo desde una perspectiva diferente es porque a nuestro Creador le importa el sexo. Génesis 1: 26 señala que el ser humano fue creado a imagen de Dios, por lo que la vida humana es sagrada. Desde esta perspectiva, «el proceso sexual mediante el cual se crea un nuevo ser humano es también sagrado».* Además, Génesis 2: 24 señala que, mediante el sexo, un hombre y una mujer llegan a ser «una sola carne» (RV95). Cuando Dios le otorgó el regalo del sexo a Adán y Eva, lo hizo con la intención de que tuviera un profundo efecto unificador en la pareja en vez de ser un mero acto recreativo.

En lugar de denigrar uno de los mayores regalos que Dios le ha dado a la humanidad, ¿no sería mejor elevarlo al pedestal que el Señor le concedió en la creación?

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