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Es probable que en algún momento te hayan realizado una radiografía, posiblemente como parte de un chequeo rutinario. Este tipo de estudio emplea rayos X para producir imágenes de las estructuras internas del cuerpo, particularmente de los huesos. Esto permite a los médicos detectar fracturas, infecciones, caries, cáncer y otros tipos de lesiones.
Aunque las radiografías tienen sus limitaciones, constituyen uno de los mecanismos más rápidos para ofrecer un diagnóstico. Con esta idea en mente te quiero invitar a realizar una radiografía de la primera tentación. Considero que entender mejor como Satanás tentó a Eva nos puede ofrecer una idea general de cómo funciona la tentación, pues, aunque han pasado miles de años, el diablo sigue usando la misma fórmula. Echemos un vistazo a Génesis 3: 6. Después de un breve diálogo con la serpiente:
«Al ver la mujer» Todo comienza cuando nos detenemos a contemplar el pecado, en este caso representado por el fruto.
«que árbol era bueno para comer» Cambiamos la valoración de lo prohibido. Para Eva, el árbol pasó a ser como los demás: bueno.
«agradable a los ojos» Dar prioridad a la apariencia estética, a los valores pragmáticos y a lo sensorial por encima de la Palabra de Dios.
<y deseable para alcanzar la sabiduría» Considerar los supuestos beneficios que obtendremos al practicar el acto.
«tomó de su fruto» La percepción y la imaginación dan lugar a la decisión…
«y comió»… Y a la acción. La brevedad con que se describe la acción, en contraste con la extensión de la tentación y la consideración previa, indican que Eva actuó rápidamente.
«y dio también a su marido» Inducir a otros a pecar.
¡Cuánto dolor, enfermedad y muerte el mundo se hubiera evitado, si Eva hubiese respetado los límites establecidos por el Creador! ¿Cuáles son las tentaciones con las que más luchas, y qué elementos de tu vida deberías eliminar o restringir para evitar acercarte a esas tentaciones?
*Tomé la inspiración para esta reflexión y la siguiente del folleto Inverso del segundo trimestre de 2024, escrito por Jonathan Walter (pp. 60-61).