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Agenda Nueva

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«Yo estoy con vosotros todos los días» (Mat. 28: 20).

Hoy estreno una agenda nueva que me han regalado mis hijos. Es preciosa. porque es un repujado, como un libro muy antiguo, con adornos dorados, como si fuera una vieja Biblia.

Es, además, la agenda más grande y completa que he tenido (y he venido utilizando al menos una cada año durante la mayor parte de mi vida). Ofrece casi todo lo que necesito para planificar mis tareas diarias, semanales, mensuales y anuales; por ejemplo, espacios para anotar mis compromisos y mis reflexiones, para señalar las citas importantes y para recordarme los plazos de mis trabajos.

Esta especie de diario es un instrumento ideal para una persona como yo, que ya no disfruta de la memoria que tuvo en su juventud. Cuento con ella para gestionar mi empleo del tiempo. Recurriendo al lenguaje bíblico, diría que esta agenda me ayuda a «contar mis días» de manera un poco más inteligente que sin ella (Sal. 90: 12).

Pero, por muy útil que me resulte esta preciosa agenda, necesito algo más que, al contar mis días, traiga algo de sabiduría a mi torpe corazón, como deseaba el salmista. Para ello necesito inspiración de lo Alto. Esta inspiración viene en mi auxilio en las páginas de otro libro, este realmente antiguo, que tengo aquí también, abierto sobre mi despacho, y que no solo parece una Biblia, sino que lo es.

Vieja compañera de fatigas, esta Biblia mía, ajada por el uso y envejecida por el tiempo, deslustrada, desencuadernada y vuelta a encuadernar, cuyas páginas delatan, como cicatrices de guerra, las huellas de mi paso por la vida, de mis anotaciones, de mis luchas e incluso de alguna lágrima...

Mi corazón necesita cada día sus preciosos consejos y directrices para acertar en las pequeñas y grandes decisiones de la jornada que apenas empieza. Cada día necesito aprender de aquel que es la suprema fuente de sabiduría. Porque, como sigue diciendo el salmo, solo él puede colmarme de amor cada mañana.

A pesar de los sinsabores que tenga que afrontar, solo él puede conseguir que cante y me alegre con él un día más, hasta que Dios quiera (vers. 14). En él confío, más que en mi agenda, para afianzar la precaria obra de mis manos (ver vers. 17).

Por eso he escrito en la primera hoja de mi nueva agenda, como si fuese un título o más bien como una oración: «Hoy con Jesús».

En marcha.

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