|
Los ciegos piden a Jesús que se compadezca de ellos. Leyendo los Evangelios constatamos que si hay una actitud que caracteriza al Maestro en sus relaciones con los dolientes es precisamente la compasión. Pero no hay que confundir la compasión por el enfermo con la lástima, es decir, con esa condescendencia del sano que aborda al que sufre desde la altura inaccesible de su ventaja, y que es poco más que un mecanismo de defensa disfrazado de piedad, a menudo cobarde o humillante. La compasión de Jesús es la actitud de quien deja que resuene en su corazón el sufrimiento ajeno, dispuesto a vibrar en armonía con él y a pasar de la empatía a la acción.
Observemos que antes de ejercer su poder sanador sobre estos ciegos, Jesús les pregunta si creen que él puede hacerlo. Para llevar a cabo una terapia eficaz, necesita la plena confianza de sus pacientes. Su compasión aparece aquí como una «resonancia» que requiere ser transformada en «consonancia» por el consentimiento de los implicados. Los profesionales de la salud saben bien que suscitar la confianza del paciente no consiste en apropiarse de su sufrimiento, sino en ayudarle a superarlo. Porque ese sufrimiento que nos apena en el otro, por mucho que empaticemos con él, siempre seguirá siendo suyo, no nuestro.
Jesús se compadece de los ciegos, pero sin limitarse a tratar el aspecto físico de su ceguera, sino invitándolos a una terapia integral que incluye también su espíritu: «¿Creéis que puedo hacer esto?». En decir, «¿Creéis que Dios os ama hasta el punto de actuar en vuestro favor, devolviéndoos la salud, si es lo que más os conviene?». Cuando los ciegos han manifestado ya su plena confianza en el poder divino (en eso consiste la fe), se atreve a decirles: «Conforme a vuestra fe sea hecho».
Compadecernos del sufrimiento ajeno es dejar resonar en nosotros, como Jesús, el dolor del otro. Pero sin invadir su voluntad ni dejarnos invadir por ella. Acercándonos a su corazón, pero respetando siempre sus decisiones. Procurando ganarnos su confianza, y si es posible, intentando suscitar su fe.
Señor, aumenta hoy mi fe de manera que esta pueda contribuir a reforzar la fe de otros.