Regresar

Frente a la Tentación

Play/Pause Stop
«No nos metas en tentación» (Mat. 6: 13a).

Vera, una preciosa muchacha cuando llegó a nuestro colegio, había estado trabajando como azafata para una importante compañía de líneas aéreas, pero se había dado a sí misma una especie de tregua para repensar su situación y decidir qué hacer con su vida. Acompañada siempre de una amiga muy revoltosa y pizpireta, asistía a mis clases de Biblia y, al poco tiempo, ambas me pidieron recibir estudios bíblicos.

Aunque habían venido a nuestro colegio por voluntad propia, la austera vida del internado les resultaba a veces dura, y frecuentemente me confesaban que habían vuelto, una vez más, a la discoteca.

«Es que nos gusta mucho bailar, ¿y qué tiene eso de malo?».

Intentando hacerlas reflexionar, yo les decía que moverse al son de la música podía ser bastante saludable si lo que realmente querían era hacer ejercicio. Si ese era el caso, ¿por qué no lo hacían en la terraza del dormitorio, a pleno sol, sin necesidad de acompañantes masculinos, más o menos desconocidos y sospechosos de intenciones que no se limitaban al ámbito de la danza?

Un día me vinieron diciendo que a veces la tentación les resultaba difícil de resistir. Al preguntarles qué hacían para superar las pruebas, V. me respondió con todo el candor de su sinceridad:

«Pues, si el chico no me gusta, no bailo. Pero si me gusta, mientras bailo oro diciendo: "¡Señor, que no peque, que no peque, que no peque!"».

Este pasaje final del Padrenuestro podría dar a entender que quien nos mete en la tentación es Dios, si no supiésemos que «Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado, atraído y seducido por su propia concupiscencia» (Sant. 1: 13-14). Es evidente que quienes nos «metemos» en la tentación somos nosotros mismos. Ni siquiera el diablo nos sirve de excusa por el mal uso de nuestra libertad.

Por eso, las diferentes traducciones han buscado diversas maneras de presentar de manera más clara la intención del texto. En vez de «No nos metas en la tentación» como si la tentación fuese un asunto divino, muchas traducen «No nos dejes caer» (NBLA, NVI), o «No nos expongas» (DHH), «No nos sometas a pruebas demasiado duras» (nota RV1977), «No permitas que cedamos» (NTV), o «Cuando vengan las pruebas, no permitas que ellas nos aparten de ti» (TLA).

La vida de V., como sus vuelos en calidad de azafata, pasó a menudo, como todas las nuestras, por «zonas de turbulencias». Pero ¡qué alegría me dio, después de más de treinta años, encontrarme con ella y su hijo, felices en la iglesia!

Señor, dame hoy tu fuerza para vencer mis tentaciones.

CON JESÚS HOY

Matutina para Android